domingo, 27 de abril de 2014

¿LA VIDA ES UNA EQUIVOCACIÓN?

Ken NealsonEl biólogo de la NASA Kenneth H. Nealson repetía: "La vida es una equivocación", es decir, un hecho altamente improbable.

                 Efectuando los cálculos precisos para saber cuánto tardaría en emerger la vida si se hubiera dejado al puro azar. Estos cálculos demostraron que si la vida hubiera surgido como resultado del puro azar, sería fácil argumentar, basándose en las más elementales reglas de la teoría de probabilidades, que se habría necesitado un tiempo muchísimo mayor que la edad del Universo. 

                 "Nosotros, los seres vivos, seríamos los más afortunados, más bien los imposibles, pues la probabilidad matemática de que hubiéramos aparecido se reduciría prácticamente a la nada".

EDUARDO PUNSET.
EL VIAJE AL PODER DE LA MENTE.
No somos conscientes de las cosas más obvias. Si lo fuéramos, nos plantearíamos la vida de modo distinto. Voy a poner un ejemplo. Entrar y salir de la vida constituye una peripecia casi siempre dolorosa y, en todos los casos, muy arriesgada. - See more at: http://www.eduardpunset.es/117/general/%C2%BFla-vida-es-una-equivocacion#sthash.aPetnD6W.dpuf
Autor: Eduard Punset 26 noviembre 2007
No somos conscientes de las cosas más obvias. Si lo fuéramos, nos plantearíamos la vida de modo distinto. Voy a poner un ejemplo. Entrar y salir de la vida constituye una peripecia casi siempre dolorosa y, en todos los casos, muy arriesgada.

El feto está dentro del útero en un entorno templado, protegido de la luz y el ruido; oye los sonidos de la madre y el latido de su corazón. Está muy a gusto. Y de pronto, todo cambia a peor. Sale profiriendo gritos de espanto. Y a su propio dolor se añaden las contracciones de la madre que, en casi la mitad de los casos, tiene que soportar la agresión, bisturí en mano, de una cesárea.
La vida como error - E. Herbin
“La vida como error”, ilustración
de Emma Herbin.
Si le preguntaran al recién nacido qué es la vida contestaría, por supuesto, que el biólogo de la NASA Ken Nealson tenía razón: “La vida es una equivocación. Tened siempre presente –aconsejaba a los miembros de su equipo encargado de buscar vida en el planeta Marte– que si descubrís algo muy extraño o inaudito vale la pena pararse a analizarlo porque podría ser vida”.
¿Y qué decir de la salida de la vida? Mientras los físicos discuten sobre la existencia del tiempo, el resto de los mortales van coleccionando las huellas de que el tiempo existe: las canas a partir de una determinada edad, la menopausia o la pérdida progresiva de la energía sexual (“…contemplando como se pasa la vida, como se viene la muerte tan callando…”), las enfermedades degenerativas y, por fin, un ictus benevolente que ofusca la mirada, los gestos de la cara o los movimientos del cuerpo. Cada vez, de manera más frecuente, la aparición de un tumor cancerígeno. Si está ubicado en el pulmón –su localización requiere una tomografía por emisión de positrones–, los médicos pedirán al paciente una fibrobroncoscopia. Si los resultados son inciertos, en el mejor de los casos hará falta volver al quirófano y someterse a una operación para rastrear y sacar los lóbulos afectados. En el peor de los casos, sesiones periódicas de quimioterapia que irán mermando la enfermedad y la vida. La salida de este mundo de cuatro dimensiones, el exit –en la terminología anglosajona–, no es menos doloroso e incierto que la llegada. Ni la una ni la otra son fáciles de asimilar. No son presentables.
Justo en medio está el esplendor de la vida exterior: la belleza de los colores, que no están en el Universo sino en nuestra retina; la sofisticación de la vida microbiana con sus competiciones incesantes, que nuestro gran tamaño nos impide apreciar en toda su riqueza; la inmensidad del firmamento, con sus lluvias de estrellas, tan grandes como el Sol, que nuestro tamaño demasiado diminuto no nos permite aprehender…
Ken Nealson
El biólogo Ken Nealson.
(Imagen: USC)
Justo en medio, entre la llegada y la salida está también el esplendor de la vida interior: la ausencia del miedo, que es un arrebato para que florezca el sosiego y la felicidad; los instintos morales innatos, que llevan a colaborar con desprendimiento, cuando no prevalece el egoísmo utilitario; el instinto de fusión irreprimible con otro organismo en busca de amparo –los mecanismos del amor–, que conducen a la construcción del nido; el equilibrio fascinante –cuando los factores de agresión celular, como la contaminación, no superan el poder regenerador de las propias células– que mantiene viva a la comunidad andante de células que somos…
Desde luego, no tiene perdón de Dios que algunos homínidos, con sus ideas equivocadas y sus actos violentos, conviertan el entreacto esplendoroso de la vida en algo no menos abrupto y doloroso que la llegada y salida atormentadas.
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LA VIDA SURGIÓ COMPLETA DESDE EL PRINCIPIO.

               ALFREDO PÉREZ MARTINEZ, de la Universidad de Guanajuato (México), resume así la vida:

               "La vida es una propiedad emergente que surge cuando la diversidad molecular de un sistema químico prebiótico va más allá de cierto umbral de complejidad. En este sentido, la vida no está localizada en las propiedades de ninguna molécula individual, el ADN, sino que es una propiedad colectiva del sistema de interacción de las moléculas. La vida, así, surgió completa, y siempre ha permanecido completa. La vida no está localizada en sus partes, sino en las propiedades colectivas emergentes del todo que ellas crean, y sus componentes son exclusivamente físicas."

               La felicidad no depende de un solo factor como los genes que le han conformado a uno, la dieta, el hemisferio en el que nos ha tocado vivir, el trabajo o la buena salude, sino de algo mucho más complicado. 

              Más allá de la persona, resulta que su felicidad y ánimos dependen de los valores del mundo que habita y del entramado pergeñado con los demás. La felicidad, en definitiva, va mucho más allá del comportamiento individual y depende de la organización social.

              La vida es pues, esencialmente, fruto de la diversidad de órganos, de interacciones, de pareceres diversos y cambiantes. La esencia de la vida y su soporte son, al contrario, interacciones constantes entre agentes al borde del caos o instalados en la complejidad. 

             

       

domingo, 20 de abril de 2014

UNA TRANSICIÓN DE FASE.

               
            Cambia hasta la estructura de la materia
            que nos rodea, pero rechazamos que lo haga
            nuestra manera de pensar. 

            ¿Quién había decidido que las moléculas de agua, que se daban la mano en el estanque, se transformaran en un cuerpo sólido en la nevera a partir de una determinada temperatura por debajo de cero grados centígrados? "¿Por qué el frío daba ganas a las moléculas de apelotonarse como la gente, unas encima de otras, en lugar de darse sólo las manos?".

           Hablamos de cambios de estado originados por un movimiento en una variable intensa como la temperatura o la presión. Conocemos los casos más evidentes de la transición de fase, como la condensación de gas a líquido, la transición de líquido a sólido, la transición de conductores normales a superconductores eléctricos, la de los paramagnéticos a ferromagnéticos o la transición de superfluidos al helio líquido.  La transición de estructuras amorfas a cristalinas, la transición de partículas con muchos niveles diferentes de energía al nivel más bajo -el estado fundamental o condensado de BoseEinstein-.

EDUARDO PUNSET.
EL VIAJE AL PODER DE LA MENTE. 

MENTE Y REALIDAD.

        
            ¿Por qué este retraso incomprensible en adecuar la mente a la realidad? Tiene mucho que ver, justamente, con las ofuscaciones de la mente, el poder abrasador de las convicciones heredadas y la falta de humildad que conlleva seguir considerándose el centro del Universo.

         Los seres humanos tuvimos que aprender y entrenarnos para sobrevivir en un mundo de probabilidades en lugar de certezas, cuando no nos habíamos acostumbrado todavía a haber perdido nuestro hogar, a no tener domicilio fijo. Fue, con toda seguridad, el primer descubrimiento de la revolución científica que trastocó profundamente la manera de pensar de los fieles en el Renacimiento. Hay que confesar que es muy difícil adecuar la mente a la realidad. ¿Alguien se hizo cargo de lo que les pasó por la mente a los que vivían en tiempos de Copérnico, cuando se demostró que la humanidad no estaba en el centro del Universo ni tenía un lugar fijo en él? 

        No tenemos un domicilio fijo en el Universo; que cambia hasta la estructura de la materia, pero que, al contrario que los monos, no queremos cambiar de opinión; que las intuiciones son tan válidas como las decisiones que teje la razón; que necesitamos desaprender casi todo lo aprendido y no sabémos cómo hacerlo; que cuando recordamos el pasado o imaginamos el futuro, se activan idénticos circuitos cerebrales; que borrar la huella de cada injuria o acoso personal requiere cinco actos de desagravio, lo que impide reducir adecuadamente los niveles de violencia colectiva; que el aprendizaje social y emocional es la única apuesta rentable de cara al futuro. 

EDUARDO PUNSET.
EL VIAJE AL PODER DE LA MENTE.

viernes, 18 de abril de 2014

SOMOS LOS PENÚLTIMOS TESTIGOS DE UN UNIVERSO ILUMINADO.

                 

                  Si fuéramos capaces de sentir el ritmo del tiempo geológico en lugar del tiempo divisionario, estaríamos fascinados al descubrir que somos, realmente, los penúltimos testigos de un Universo iluminado. Paradójicamente, en la teoría convencional del big bang, ése es también el final de la historia: el Universo deviene en un terreno baldío y esta parte del espacio se vuelve inhabitable y se vacía de materia. Solía decirse que habría, o podría haber, una contracción del Universo siempre que hubiera suficiente materia para originar un colapso gravitatorio, pero ahora sabemos que no la hay. Sin embargo, este páramo baldío no es el final de la historia. El Universo se vacía, pero es necesario que se vacíe para restablecer una especie de descomposición. Empieza de nuevo con un gas muy caliente que luego se expande y se enfría para formar nuevos átomos y polvo, planetas, estrellas y materia. Este proceso se repite aproximadamente cada billón de años; por eso lo llamamos modelo cíclico.

                 La idea es que el big bang no ha sucedido una sola vez, sino que se produce a intervalos regulares, y que esas arrugas que fueron tan importantes para configurar la estructura del Universo fueron arrugas que se crearon antes del big bang, que correspondieron a acontecimientos anteriores y que determinaron la evolución de la estructura en el siguiente ciclo.

                Cada ciclo deja una huella en el inmediatamente posterior y todos los ciclos están vinculados entre sí. Es una explicación absolutamente nueva del origen del Universo o, tal vez, como se verá luego, no tan nueva y barruntada por nuestros antepasados con una imaginación calenturienta o mística hace miles de años.

                Recuerdo, a fines del siglo pasado, haber analizado con detalle las supuestas pruebas aducidas por unos geólogos amigos, en Washington, de la existencia del famoso diluvio universal. Aquellos geólogos -que entre otras muchas actividades habían trabajado para la CIA- descubrieron huellas en el Mar  Negro que confirmaban lo anunciado en las sagradas escrituras de distintas religiones. Hubo, efectivamente, un diluvio universal atronador. ¿Ocurrió algo parecido con los orígenes del Universo? ¿Qué habían dicho las distintas religiones? ¿Qué pensaban nuestros antepasados sobre lo que había sucedido antes de hace catorce mil millones de años? ¿Había algún rastro o huellas, como sucedía con el Diluvio Universal, en los textos sagrados de las distintas religiones, de otros universos en otras épocas?

              El libro del Génesis es una cosmología de la creación en la que el Universo empezó de la nada y fue creado de repente. Se trata de la interpretación típica, la que nos han contado mayoritariamente. Y muchas personas se han dado cuenta de que se asemeja mucho a la concepción inicial del big bang.

            Profundizando en esta idea descubrí que, en realidad, esta visión del Génesis no es universal! No todo el mundo está de acuerdo con esta interpretación. Se trata más bien de una interpretación del principio del Universo de la era poscristiana, en la que se quería incorporar el concepto del pecado original; para ello, era muy importante la noción de que el Universo había existido solamente una vez.

           Paul Steinhardt -como los geólogos de Washington rememorando el Diluvio Universal- no abrigaba ninguna duda sobre el carácter cíclico del Universo.
 Paul Steinhardt.jpg
           
         Si tomamos el término hebreo original de la palabra Creación, se ve que la expresión utilizada, la primera palabra de la Biblia en hebreo, (Bereshit), no significa creación desde la nada, sino más bien creación a partir de un material de modelado, como si existiera algo previamente y luego fuera realizado.

         Abundando en esta tesis puede verificarse que en el Talmud hay varias interpretaciones del Génesis, incluendo la idea de que lo que se describe allí es la creación más reciente del mundo, pero no la única; que el mundo pudo haber sido creado muchísimas veces antes de llegar a la creación actual. Incluso hay una interpretación inquietante según la cual Dios creó el mundo una vez, no le gustó y lo desechó. ¡Estaríamos inmersos ahora, durante un tiempo, en su creación más reciente! ¡Quién sabe! ¡A lo mejor vuelve a no gustarle! "Mejor andarse con cuidado", temina advirtiendo el físico teórico Paul Steinhardt. 

EDUARDO PUNSET.
EL VIAJE AL PODER DE LA MENTE.

LA ENERGÍA OSCURA.

                   Hace apenas unos cuatro mil millones de años, cuando se asentó nuestro sistema solar, ocurrió algo muy extraño. Poco después de que se formara la Vía Láctea, una nueva forma de energía empezó a dominar el Universo. Hasta entonces el cosmos se componía, básicamente, de materia y energía asociada con esta materia. De pronto e inesperadamente, surge una nueva forma de energía que llamamos energía oscura.

                Esa energía oscura tiene un tipo de fuerza gravitatoria muy peculiar. Estamos acostumbrados a la idea de que si tenemos pedazos de materia, su gravedad los atrae. De hecho, así lo aprendimos en la escuela: nos enseñaron que la gravedad atrae siempre. ¡Y es metira! En la teoría de Newton sobre la gravitación eso era así, pero una de las cosas que nos enseñó Einstein es que hay muchas formas de energía que atraen, pero también otras formas de energía que repelen. Cuando se juntan, en lugar de atraerse tienden a separarse. La mayor parte de la energía que hay ahora en el Universo es de tipo autorrepulsivo.

               De modo que el Universo está convirtiéndose en un espacio cada vez más vacío. Está extendiéndose. Es algo que se estira, de manera que hay cosas que vemos ahora que perderemos de vista en el futuro.

              Dentro de un billón de años el espacio estaría conpletamente vacío.

              Somos "la última gota de la última ola del inmenso océano cósmico", como decía el paleontólogo Stephen Jay Gould, pero somos también los penúltimos testigos de un Universo iluminado.
File:Stephen Jay Gould by Kathy Chapman.png
EDUARDO PUNSET.
EL VIAJE AL PODER DE LA MENTE. 

CUANDO EMPEZÓ A CONTAR EL TIEMPO Y A LLENARSE EL ESPACIO.

                

            Si había un asunto en el panorama científico en el que todos estábamos de acuerdo, en el que no había problemas ni discusiones entre cristianos y agnósticos, laicos y religiosos, ése era el origen del Universo. Estaba escrito hasta en nuestros libros de texto que hace unos 14.000 millones de años hubo lo que llaman el big bang, la gran explosión de unas partículas que, de pronto, empezaron a crear el espacio y el tiempo llenándolo con galaxias y planetas como el nuestro; y luego con los microbios, miles de millones de años después los reptiles y, finalmente, los mamíferos, antepasados comunes con los primates y homínidos.

                Era gratificante tener una idea del Universo, de las cosas grandes. Realmente, es extraordinario captar el mundo de lo grande con la precisión milimétrica con la que estamos haciéndolo ahora. No somos conscientes de este milagro y, no obstante, merece la pena contemplar, aunque sea de pasada y de reojo, el mundo alucinante de las cosas grandes que no vemos por ser nosotros demasiado pequeños.

               Durante los últimos ciento cincuenta años, aproximadamente, hemos estado convencidos de que el Universo tuvo un principio bien definido; que de repente pasó de la nada -ningún espacio, ningún tiempo, ninguna energía, ninguna materia - a algo, a través de procesos que nunca acabamos de entender completamente, y que todo lo acaecido en el Universo había sucedido a partir de ese momento inicial. Ésta ha sido la idea predominante, aunque ahora empezamos a cuestionárnosla.

            Era una idea maravillosa porque a los incrédulos les parecía muy bien esta historia de que el espacio y el tiempo se crearon solos, aunque fuera súbitamente. La gente religiosa estaba también de acuerdo; para la Iglesia, eso podía conciliarse con lo que decían las Sagradas Escrituras de que hubo un Creador que empezó, en un momento dado, a diseñar el espacio y el tiempo. Al resto de los homínidos les parecía novelesco, pero comprensible.

          Tal vez lo que conocemos como el big bang no fue realmente el principio; quizá el espacio y el tiempo existían antes, y los acontecimientos cruciales que dieron lugar a todo lo que observamos en el Universo actual no sucedieron después del big bang, sino con anterioridad. Todo lo que vemos en el Universo serían las huellas, los vestigios de acontecimientos que sucedieron antes de la Gran Explosión. "Esta es la idea que estamos estudiando ahora": Paul J. Steinhardt.


EDUARDO PUNSET.
EL VIAJE AL PODER DE LA MENTE.

UN MUNDO FASCINANTE.

              

                 Estamos descubriendo con una linterna un mundo fascinante lleno de monstruos o ángeles, según los casos, que nos han tenido siempre aterrados: la rabia por haber hecho algo mal, el desprecio que nos prodigaron los demás, la sorpresa siempre inesperada (a este último respecto no sabíamos siquiera que sin sorpresa no había sorpresa), el amor con ánimo de fusionarse con otros organismos queridos; la felicidad, que ahora sabemos definir como la ausencia de miedo, al igual que la belleza -por fin lo aprendimos- es la ausencia de dolor.

           Las especies que han sobrevivido en el tiempo geológico son las que supeditaron los interes básicos del individuo al cuidado y la supervivencia de su propia especie.Cuando no había otro remedio que elegir entre lo que convenía al individuo, pero debilitaba el soporte de la especie a la que se pertenecía, o bien lo que reclamaba el colectivo social, aunque fuera poniendo cortapisas a la búsqueda de intereses particulares, la opción ganadora siempre fue la misma: la manada, en detrimento aparente de las personas.

         A pesar de la generalización y permanencia del pensamiento pagado de sí mismo, la primera construcción mental de los homínidos fue la que gira en torno a la identidad social y no a la conciencia de uno mismo.

       El primer concepto asimilado fue el de la manada, el conjunto que daba pábulo a la cohesión social. Sólo en una segunda fase aprendimos a seguir contando por el número dos, por nosotros mismos, cuando nos reconocimos como tales mirándonos en el reflejo de las aguas de un río. El líder surgió mucho después de la invención de los seguidores.

EDUARDO PUNSET.
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