lunes, 30 de junio de 2014

TODO ES PASADO.

                

   Hay una región cerebral decisiva para el proceso del almacenamiento de la memoria, que se conoce como el hipocampo. Se trata de una pequeña estructura en forma de herradura, ubicada en el centro del cerebro, que resulta clave a la hora de crear nuevos recuerdos, pero también para reunificar los fragmentos olvidados; es decir, las distintas piezas de información que vuelven nuevamente a unirse para que uno pueda evocar y recordar experiencias pasadas.

                    Se sabe que si alguien sufre daño cerebral en el hipocampo como consecuencia de una enfermedad o de una lesión, tendrá un problema insalvable para aumentar la capacidad de su memoria porque no podrá crear ni conservar nuevos recuerdos aunque, en otros aspectos, parezca una persona normal. El neurólogo Robert Sapolsky, de la Universidad de Stanford, demostró que una situación de estrés continuada, real o imaginaria, puede acabar reduciendo el volumen del hipocampo, con lo que se dificulta también la reunificación de la memoria.

                    Hemos descubierto que imaginar el futuro y recordar el pasado son entramados muy parecidos. La memoria no sólo sería vital para recordar lo que aconteció, sino también para anticipar el futuro. Ver e imaginar son cosas muy similares. Solíamos pensar en la memoria como algo que únicamente se refería al pasado, pero muchas partes del cerebro que se activan al recordar se activan también al imaginar el futuro. .

                  La memoria no sólo nos sirve para recomponer el pasado, para explicarnos lo que ha sido nuestra vida, sino para concebir, para diseñar, para pensar lo que será nuestro futuro. Es impresionante constatar una y otra vez que la separación supuesta entre futuro y pasado, entre vida y no vida, entre lo que es inerte y lo que está vivo, es más borrosa cada día que pasa. 

                 El recuerdo de una experiencia concreta se compone de fragmentos de información que se almacenan en varios lugares distintos del cerebro, y cuando recordamos, cuando tenemos la experiencia de rememorar el pasado, lo que sucede es que estos pedacitos de información vuelven a unirse desde las diferentes partes del cerebro. Esa recomposición de pedazos es lo que da lugar a lo que experimentamos como recuerdo. 

EDUARDO PUNSET.
EL VIAJE AL PODER DE LA MENTE.

sábado, 21 de junio de 2014

¿Por qué negamos las evidencias?

                  ¿Cómo entender a las mentes empedernidas que siguen cuestionando a Darwin con la teoría del llamado diseño inteligente?

                 ¿Cómo es posible que tan poca gente se declare dispuesta a dejar de ser de izquierdas y, todavía menos, a dejar de serlo de derechas?

                 Durante el Genocidio de Ruanda., en 1994, una abadesa hutu alertó a la milicia delatando la llegada al convento de refugiados tutsis, pero escondió a las que eran monjas como ella. Es un ejemplo dramático de algo que el cerebro hace constantemente: dividmos entre "nosotros" y "ellos". Así aprendimos a contar de pequeños: el número 1 era la manada de homínidos y después, mucho más tarde, estaba yo, el número 2. Con la edad supimos diferenciar dentro de la manada el número 3 y luego el 4 y, posteriormente, hasta los veintitantos de la tribu o el grupo familiar. .

               ¿Y si la mayor parte de la energía cerebran no se utilizara para interpretar la realidad, sino para pergeñarla a medida y según el propio deseo?

               El cerebro utiliza gran parte de su energía para elucubrar, simplemente para predecir, inventar e imaginar, configurando divisiones entre "ellos" y "nosotros". En los tiempos que corren siguen vivas en Europa las divisiones lamentables y supuestas entre habitantes de distintas nacionalidades, ideologías, sexo, religiones y generaciones. O nos agrupamos en función de temores y quimeras.

            Deberíamos reconvertir la maquinaria cerebral para que se ocupara más de reflexionar sobre el futuro que nos espera y bastante menos sobre las cosas, las camisetas, el color de la piel, los dogmas que nos dividen.

            Existen personas capaces de dar la vida por un equipo de fútbol o de quitársela a otros porque son de una etnia o nacionalidad diferente de la suya. Desde fuera se aprecia el componente absurdo de estas pasiones. "No tienen ningún sentido". Pero cuando se trata de cosas sobre las que se tienen sentimientos viscerales, no resulta difícil distanciarse.

           Los perros forman manadas y los chimpancés son muy leales a su grupo, pero a diferencia de los humanos esos animales no deciden que los de otro grupo son buenos o malos en función de sus banderas, sino de intereses primordiales como la defensa del territorio o la selección sexual. Probablemente somos la única especie que se comporta de un modo u otro en función de símbolos. 

          Es paradójico que nadie se crea capaz de controlar su estatura, pero todo el mundo cree poder controlar su peso.

          Probablemente, se ha infligido más daño a causa de las lealtades de las personas a una tradición concreta, raza, religión o sexo que debido a los avatares económicos. Sin embargo, todo el mundo atribuye a la riqueza y a las multinacionales la culpa de los males que nos afligen, como la violencia, el maltrato a las mujeres o el odio racial.

         Las repercusiones de nuestros vínculos y filaciones tienen una base biológica y no meramente mental. Hoy se sabe del efecto devastador de patrones culturales como el machismo -en la violencia contra las mujeres; la poligamia y la consiguiente privación de pareja para gran número de varones en la militancia terrorista; o las actitudes violentas y falta de aprendizaje social y emocional en la delincuencia en las zonas marginadas.

        En sectores muy pobres, como las Misioneras de la Caridad seguidoras de Teresa de Calcuta se dan casos de beatitud profunda, y signos inconfundibles de violencia en sectores muy ricos, como las mafias de los países del Este de Europa. ¡Cuántas veces se subestiman el arraigo de los patrones culturales y se sobrestiman los económicos!

       La discriminación y la violencia se nutren de la cultura, o más bien de la incultura, como los propósitos corruptos y la falta de transparencia, el machismo y el dogmatismo religioso. 

       Para compensar en la persona el efecto negativo de un agravio, desmán, insulto o agresión verbal, se precisarán cinco iniciativas bienintencionadas. Habíamos subestimado literalmente la profunidad de la huella causada en el prójimo por la aversión materializada. Lejos de que el agresor busque en el futuro la oportunidad para compensar el daño ocasionado, se autoalimentan los niveles de violencia imperantes en las sociedades modernas. 

        Resulta evidente que los contenidos académicos, las reglas del juego corporativas y los límites definidos para la convivencia social deberán redefinirse.

EDUARDO PUNSET.
EL VIAJE AL PODER DE LA MENTE.

¡DETESTO LAS DISONANCIAS!

           
  Los cerebros muy evolucionados pueden cambiar de opinión. Ranulfo Romo de la Universidad Nacional Autónoma de México investiga la percepción sensorial en los monos y acaba de descubrir que éstos pueden cambiar de parecer; después de elegir zanahoria no renuncia por ello a la lechuga, que permanece como una alternativa en sus circuitos neurológicos durante un tiempo.

            Los humanos también pueden cambiar de opinión, pero odial tener que hacerlo. Si preguntamos a un grupo de personas: "¿Qué es lo que más os violenta en la vida?", un buen porcentaje de ellas contestarán sin dudarlo: "Cambiar de opinión. Dejar de ser quien soy". 

           Se considera que cambiar de opinión es una frivolidad. Y lo contrario -"yo siempre he votado al mismo partido"-, una señal de cordura y lealtad. El cerebro detesta, sencillamente, alterar sus costumbres porque en ello se juega la supervivencia. La vejiga de la orina se mantiene normalmente bloqueada toda la noche. En las personas cuya jornada laboral es diurna, aunque cambien a un horario de trabajo nocturno, la vejiga mantiene su propio ritmo y dará señales de vida y les despertará mientras descansan durante el día. Pues bien, los ciclos del reloj biológico tienen la misma fuerza que los ciclos mentales. Lo importante es no cambiar.

          Como han sugerido los psicólogos norteamericanos Carol Tavris.Elliot Aronson.  hay zonas activas de la neocorteza cerebral que, literalmente, se bloquean cuando a los participantes en el experimento se les da información disonante, es decir, información que atenta contra sus convicciones, tanto sobre asuntos importantes como secundarios. La disonancia cognitiva es un conflicto entre dos ideas simultáneas y contradictorias que crea desasosiego y estrés en las personas. No se trata únicamente de que el cerebro sea particularmente celoso o puntilloso a la hora de tamizar y filtrar opiniones discordantes. Sencillamente, se inhiben los circuitos cerebrales implicados para que la disonancia no pueda siquiera ponderarse.

          Una vez tomada una decisión, es difícil cambiarla. Una vez elegida una opción entre varias alternativas, se ha comprobado que cuanto más irrevocable es la decisión, más llena de sentido parece la opción tomada. La gente se queda más convencida de que tiene razón cuando se da cuenta de que no hay marcha atrás.

         De todas las especies, sólo las que cuentan con un cerebro más desarrollado son capaces de cambiar de opinión. Ahora bien, como resultado de la actitud categórica de rechazo frente a la disonancia, los humanos son incapaces, la mayoría de las veces, de aprovechar la ventaja propia de todos los cerebros evolucionados: poder cambiar de idea. Se aferran a la primera que les inculcaron.

EDUARDO PUNSET.
EL VIAJE AL PODER DE LA MENTE.