sábado, 21 de junio de 2014

¡DETESTO LAS DISONANCIAS!

           
  Los cerebros muy evolucionados pueden cambiar de opinión. Ranulfo Romo de la Universidad Nacional Autónoma de México investiga la percepción sensorial en los monos y acaba de descubrir que éstos pueden cambiar de parecer; después de elegir zanahoria no renuncia por ello a la lechuga, que permanece como una alternativa en sus circuitos neurológicos durante un tiempo.

            Los humanos también pueden cambiar de opinión, pero odial tener que hacerlo. Si preguntamos a un grupo de personas: "¿Qué es lo que más os violenta en la vida?", un buen porcentaje de ellas contestarán sin dudarlo: "Cambiar de opinión. Dejar de ser quien soy". 

           Se considera que cambiar de opinión es una frivolidad. Y lo contrario -"yo siempre he votado al mismo partido"-, una señal de cordura y lealtad. El cerebro detesta, sencillamente, alterar sus costumbres porque en ello se juega la supervivencia. La vejiga de la orina se mantiene normalmente bloqueada toda la noche. En las personas cuya jornada laboral es diurna, aunque cambien a un horario de trabajo nocturno, la vejiga mantiene su propio ritmo y dará señales de vida y les despertará mientras descansan durante el día. Pues bien, los ciclos del reloj biológico tienen la misma fuerza que los ciclos mentales. Lo importante es no cambiar.

          Como han sugerido los psicólogos norteamericanos Carol Tavris.Elliot Aronson.  hay zonas activas de la neocorteza cerebral que, literalmente, se bloquean cuando a los participantes en el experimento se les da información disonante, es decir, información que atenta contra sus convicciones, tanto sobre asuntos importantes como secundarios. La disonancia cognitiva es un conflicto entre dos ideas simultáneas y contradictorias que crea desasosiego y estrés en las personas. No se trata únicamente de que el cerebro sea particularmente celoso o puntilloso a la hora de tamizar y filtrar opiniones discordantes. Sencillamente, se inhiben los circuitos cerebrales implicados para que la disonancia no pueda siquiera ponderarse.

          Una vez tomada una decisión, es difícil cambiarla. Una vez elegida una opción entre varias alternativas, se ha comprobado que cuanto más irrevocable es la decisión, más llena de sentido parece la opción tomada. La gente se queda más convencida de que tiene razón cuando se da cuenta de que no hay marcha atrás.

         De todas las especies, sólo las que cuentan con un cerebro más desarrollado son capaces de cambiar de opinión. Ahora bien, como resultado de la actitud categórica de rechazo frente a la disonancia, los humanos son incapaces, la mayoría de las veces, de aprovechar la ventaja propia de todos los cerebros evolucionados: poder cambiar de idea. Se aferran a la primera que les inculcaron.

EDUARDO PUNSET.
EL VIAJE AL PODER DE LA MENTE.

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