miércoles, 30 de julio de 2014

LOS MECANISMOS DE DECISIONES IRRACIONALES TAMBIÉN SON VÁLIDOS.

             

              Los mecanismos de decisión irracionales no sólo son también válidos, sino que, muy a menudo, son los únicos disponibles. 

            Ignác Fülöp Semmelweis, al igual que todos los médicos hasta entonces, nunca supo de la existencia de los microbios, nunca pudo verlos en un microscopio, instrumento que aún no era habitual en los laboratorios. El inventor de la asepsia moderna descubrió las raíces del mal invisible y microbiano por pura intuición.

           El descubrimiento intuitivo de que había que era preciso lavarse las manos antes de atender a una parturienta contribuyó tanto, o casi tanto, como los antibióticos a triplicar la esperanza de vida. Semmelweis insistió, simplemente, hasta el final de su vida en la necesidad de que los estudiantes que salían de las salas de autopsia de los hospitales vieneses se lavaran las manos antes de asistir a las parturientas.

         Semmelweis también tuvo que enfrentarse con la comunidad científica, porque la intuición no era un proceso válido científicamente para profundizar en el conocimiento de las cosas. La ciencia no la había sometido al análisis, la experimentación y la prueba. En las escuelas se enseñaba ya a los jóvenes los rudimentos de la trigonometría, pero de ninguna manera a entender sus propias intuiciones ni las razones que las generaban.

John Bargh , entre otros investigadores, demostraron con pelos y señales que la conducta de una pesona no depende necesariamente de un acto consciente, sino que puede desenvolverse sin que esa persona se entere. 

             Hoy está demostrado que se dan procesos cognitivos muy complejos de forma inconsciente.

             Semmelweis había descubierto por intuición que el mundo de lo diminuto, al que no se llamaba todavía microbiano, exigía un mínimo de limpieza con agua de cloro para evitar la plaga de enfermedades infeccionsas. Fue su intuición de médico la que se lo enseñó y no pudo explicarlo con el lenguaje científico que le exigían sus contemporáneos hasta cuatro años antes de su muerte.

            Semmelweis murió recluido en un manicomio con una camisa de fuerza después de una paliza que le produjo una herida que se le gangrenó.

            La razón de que no se entendiera a Semmelweis radicaba en que no se conocían científicamente ni la naturaleza ni el valor de los procesos intuitivos; y lo suyo era pura intuición.

           Malcom Westcott, psicólogo estadounidense, realizó una serie de experimentos que permitían dividir a los encuestados en dos grupos: los cautelosos y los intuitivos. Descubrió que las personas cautelosas se distinguían por una fuerte inclinación al orden, la certeza y el control, al tiempo que demostraban un gran respeto ante la autoridad. Su afán de certeza y de orden para llevarlos a sentirse algo incómodos y angustiados ante la incertidumbre del mundo de las relaciones interpersonales. Son personas a las que les cuesta asumir los sentimientos, a no ser que aparezcan en el marco de relaciones muy estructuradas.

           Por el contrario, los intuitivos tienden a ser personas introvertidas a las que les gusta mantenerse al margen del primer plano de la sociedad, que son autosuficientes y que confían en su propio criterio. Son personas a las que les encanta asumir riesgos y no les importa estar expuestas a la crítica y al desafío.

         Para resolver problemas vitales, los cautelosos intentan no equivocarse y los intuitivos tratan de acertar. 

             EDUARDO PUNSET.
             EL VIAJE AL PODER DE LA MENTE.

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